El problema económico excede la capacidad de respuesta del modelo mental del Gobierno.
Al Gobierno no le alcanzan los bolívares para cumplir sus compromisos salariales y contractuales. Tampoco le alcanzan los dólares para cubrir los requerimientos de una sociedad hecha a imagen y semejanza del régimen, adicta a las divisas. Poco significado puede extraerse de las exageradas alabanzas recitadas desde el poder a favor de su revolución, excepto por el implícito soporte que requieren para mantener las prebendas. La idea es prolongar la utopía de que en revolución se vive mejor, a pesar de las frustraciones acumuladas en las aspiraciones ciudadanas.
Busca aunque sea el 50,01% de la votación popular para sus candidaturas locales, para asirse a un hálito de mayoría que vuelva a prender ilusiones engañosas así sea por un trimestre más.
Pero sobre todo busca algún éxito, aunque sea pequeño (para luego agigantarlo), en ese inmenso territorio de lo económico, en donde tanta tristeza y ruina, incluyendo al paludismo, hace recordar a “Casas Muertas”. Una reducción del desabastecimiento, por ejemplo. Sea harina, azúcar, leche, aceite, medicinas u otro esencial; o gasolina y repuestos; o materia prima para empaques y atención médica; o índices delictivos y enfermedades contagiosas. Todo ello vinculado al desplome de la productividad y del estímulo al trabajo.
Pero los cofrades preclaros de la política económica, ante tanto barullo y complejidad para mantener una imposible coherencia entre medios y fines, se han ido por lo sencillo: importar masivamente todo lo que haga falta para llenar neveras y anaqueles, así como hizo el castrismo en épocas pasadas desde la URSS y sus satélites de la vieja Europa Oriental. A pesar del problema de la escasez de divisas y de reservas internacionales.
No podrán. El problema económico excede con creces la capacidad de respuesta del modelo mental del gobierno más antieconómico en la historia patria. Están repitiendo su crasa equivocación de 2012, cuando tiraron la casa por la ventana para ganar una elección que terminó siendo una victoria pírrica, que los dejó sin defensas ante lo que vino después.
Puede decirse que si el tipo de cambio es el síntoma, el problema real es el cambio del tipo de modelo que el régimen insiste en imponer.