Ella tiene cáncer. Ya se le cayó el cabello y le volvió a crecer. Ya pasó por los rigores de las primeras etapas de la quimio y la radioterapia. Ya superó la depresión. Ya volvió al trabajo. Acaba de inscribir a sus hijos en la escuela -a nuevos precios- y anoche celebró un nuevo aniversario de casada.
Ella vive en un país carente, escaso y desesperanzado. Pero ella no se deja contagiar. Ella sabe que no es la única, ni será la primera que tendrá que esforzarse superlativamente para sobrevivir. Ella sabe que es más frágil y con una condición más precaria. Pero no se enfoca en eso sino en las fortalezas que le compensan sus trastornos de salud. Ella sabe que no tiene asegurado su futuro, pero ¿quién lo tiene? Ella siente que tiene una ventaja, sabe con certeza, mucho más de sí misma que el común de los mortales. Sabe que está enferma, sabe qué debe hacer para mantenerse viva, y no deja de apreciar inmensamente la oportunidad de ver pasar un día tras otro. Lo hace sorprendida y agradecida. Aprecia lo que tiene y es capaz de discernir lo valioso de lo que no le resulta indispensable. Sabe por qué luchar y tiene muy claro cuál puede ser su legado. Lo que a otros parece insalvable a ella se le ocurre que es insignificante. Lejos de echarse a morir, ella es diligente, comprometida y visionaria. No se queja, se enfoca en construir posibilidades. ¿Cómo lo hace? Ella respondió en primera persona su particular enfoque.
1. Yo mantengo el control de mi vida. Me mantengo en perfecta armonía conmigo misma y con el conjunto de compromisos y obligaciones que libremente he asumido. Mantengo mi dignidad y realizo mi vida a través de mis
resultados cotidianos.
2. Yo no le rindo tributo al miedo. No hemos hecho del miedo el centro de mi familia. Todos estamos conscientes del país en el que vivimos, cada uno sabe cuáles son los retos que se nos imponen, todos nos complementamos y en conjunto reforzamos una sólida convicción sobre lo que tenemos que hacer para sortear todos los obstáculos.
3. Yo no soy temeraria. Aprecio la vida y me cuido, así como protejo mi trabajo y mi familia. No soy cobarde, no me ofusco fácilmente ni asumo las diferencias como puntos de honor. No me autocompadezco ni veo a los demás
con falsa conmiseración. Me adapto, comprendo, paso la página y aprecio la belleza de las pequeñas cosas.
4. Soy precavida pero no indecisa ni lenta para tomar las decisiones. No soy conservadora pero tampoco soy agresiva al momento de actuar. Sopeso todas las posibilidades y me imagino todas las consecuencias. Planifico detalladamente y solo después de eso actúo con rapidez. No me entrego a la perplejidad. No me doy por vencida. Tengo conciencia de las dificultades y por eso mismo soy capaz de instrumentar soluciones eficaces, positivas y factibles. No me voy por la tangente, gerencio mis crisis y compenso las holguras con los momentos de aridez.
5. Yo tengo fuerza de voluntad para seguir adelante. No me dejo vencer. Sigo soñando. Tengo coraje suficiente para tomar las decisiones que deba tomar por difíciles que parezcan. Tomo los riesgos que son necesarios cuando ellos son necesarios. Pero mantengo los pies sobre la tierra, mi compromiso esencial es con la sensatez. Aprendí que para sobrevivir aquí y ahora debo triunfar todos los días sobre la duda y las falsas expectativas. Sé que debo conquistar todos los días el éxito, pero no tengo miedo a arriesgarme al fracaso si estoy convencida de que estoy tomando la decisión correcta.
6. Yo me mantengo serena a pesar del caos que parece aplastarnos a todos. Calma y cordura son las piedras angulares de mi carácter. No me dejo provocar ni es fácil sacarme de quicio. No pierdo la cabeza fácilmente ni sucumbo a las trampas del orgullo y el egoísmo. No caigo en provocaciones y estoy convencida de que la vida hay que vivirla son sobriedad y orgullo solo por lo que cada quien es capaz de producir y de realizar.
7. Soy pragmática, práctica y realista pero no estoy dispuesta a traicionar mis principios. Mantengo el optimismo que solamente es posible cuando uno está centrado y sin contradicciones entre lo que piensa, lo que siente, lo que dice y lo que aspira. Soy feliz porque no siembro razones para la contradicción ni cosecho los frutos amargos de la incongruencia. Me puedo ver a la cara y estoy orgullosa de haber sobrevivido a la tentación de la concesión. No me rindo ni concedo en el plano de mis principios.
8. Practico la verdad y soy asertiva. Conozco mis derechos, pero respeto el derecho de los otros. No quiero someterme a la servidumbre, pero tampoco aspiro a que nadie me sirva con indignidad. Soy libre y digna y me
relaciono con seres igualmente dignos y libres.
9. No adulo a nadie ni permito que la adulancia sea una razón para la perdición. Me asumo tal y como soy y estoy plenamente consciente de mi talento, mi talante y el alcance de mis realizaciones. No confundo el amor con la seducción. No creo en las palabras que no están respaldadas con resultados. Estoy liberada de la tentación de la vanidad. Soy mortal y lo único que tengo es el día de hoy, sus resultados y desafíos.
10. Creo en Dios y respeto la dimensión espiritual de mi vida. En Dios confío y mi lema es un legado de San Agustín: Reza como si todo dependiera de Dios. Trabaja como si todo dependiera de ti.
Ella está clara y destila una especial imperturbabilidad propia de los que dejaron de escandalizarse por las contingencias de la vida. Ella vive, sonríe, construye y espera aquí y ahora mientras otros huyen despavoridos de su propio destino.
__________________________________________________
Fuente: cedice.org.ve