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Los controles de precios: buenas intenciones y trágicos resultados

Por Vladimir Chelminski

Venezuela está enferma

Durante los años 50’s y 60’s nuestro país alcanzó tasas asombrosas de crecimiento económico. Hasta finales de los años 70’s, ningún país Latinoamericano podía comparar la calidad de vida de sus habitantes con la que había en Venezuela. La solidez de la moneda venezolana y la estabilidad de sus índices inflacionarios hasta principios de la década de los 70s, fue admirada en todo el mundo. Lamentablemente a partir de 1977 nuestra economía empieza a hacer agua: aumenta la inflación y el desempleo (los índices de precios oficiales señalan que los precios se multiplicaron 200 veces entre Enero 1977 y Dic. 1996), baja la inversión privada, las finanzas del Estado siempre están descuadradas y comienza a sentirse el peso de la deuda del Estado. Al menos desde 1983, la caída del poder adquisitivo de los salarios y la aparición de masas de buhoneros ha sido inexorable.

Aunque seamos una potencia en el mundo del petróleo, desde la devaluación de Febrero 1983 nos hemos convertido en un país marginal en la maquinaria económica mundial. Entre las principales razones que explican la caída tan espectacular en los niveles de vida que tantos Venezolanos hemos experimentado, debe mencionarse el hecho de que el país fue conducido, al menos desde 1958 por dirigentes políticos y burócratas generalmente poco preparados y sin visión de futuro. Hay que reconocer que el público pedía o al menos aceptaba este liderazgo incapaz de actuar pensando en el largo plazo. La miopía afectó a dirigentes y también a votantes.

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Esta publicación fue elaborada por Vladimir Chelminski para Cedice Libertad. Su contenido puede ser reproducido, parcial o totalmente, siempre que se mencione el origen, autor de la misma y sea comunicación a nuestra institución. Para ello debe citar a Cedice Libertad y su colección Venezuela Hoy.