Fernando Salas Falcón es un intelectual venezolano insustituible. Ayn Rand diría de él que es uno de “esos que reconocen la situación, revisan sus premisas, descubren sus activos ocultos y comienzan a reedificar”.
De eso se trata la actividad intelectual, de no dejarse llevar, de ir contra la corriente si es necesario, y de legar a los demás, a los que vienen después, el esfuerzo consistente de aclarar, de disipar la niebla, de prefigurar lo que a veces no se puede apreciar apropiadamente, y de regalarnos una visión del mundo más útil, realista y constructiva. Es un pensador liberal venezolano. Y lo ha sido a pesar de las modas, las persecuciones ideológicas y la contaminación marxista que ha asolado universidades y otros centros de pensamiento. Le pedimos que nos regalara un decálogo de afirmaciones importantes, tal vez porque ahora como nunca antes, necesitamos claridad y consistencia.
- El hombre tiene el derecho a que su vida sea respetada por otros hombres y también el derecho de procurarse los medios de subsistencia necesarios para conservar su vida. En eso consiste la dignidad del ser humano.
- El hombre solo será digno si es propietario, sin cortapisas, del fruto de su trabajo, y cuando sea el caso, de los medios empleados para producirlos.
- El hombre tiene derecho a ser libre. Y no es libre quien no es dueño del producto de sus esfuerzos. No es libre el hombre que depende de otros, o de la sociedad, o del estado, para sobrevivir. Un ser dependiente difícilmente es libre.
- Mercado abierto y estado limitado en sus poderes y en sus atribuciones, son las características básicas de una sociedad de hombres libres. El estatismo es aplastante y depredador. No hay forma de hacer transacciones dignas y estables con la fuerza.
- Una economía eficiente maneja el problema de la escasez, permite tomar decisiones apropiadas y tiene como resultado un aumento constante y real de la riqueza social por la que las mayorías van alcanzando un mejor nivel de vida. Sus premisas son el libre mercado, la garantía de la propiedad plural y la plena vigencia del estado de derecho. Modelos mixtos no son viables.
- Los Estados no estabilizan la economía. Las desestabilizan y luego culpan al mercado. El gasto público, el déficit presupuestario y la colección de proyectos públicos inútiles son la evidencia de que los gobiernos deberían abstenerse y/o limitarse en la economía. No hay alternativa sana a la promoción del esfuerzo privado, la preparación técnica, la frugalidad, la austeridad, la productividad y el ahorro. Cualquier otra promesa es un fraude.
- La pérdida de la libertad económica (aun cuando se produzca lenta y progresivamente e independientemente del fin que se persigue) lleva a la pérdida de la libertad política y del resto de las libertades del hombre, al autoritarismo, a la estatización de toda la vida de la gente común, a la dictadura no del proletariado, sino de una élite partidista todopoderosa, omnisapiente y muy minoritaria.
- Hay que aprender a pensar la economía con sensatez, serenidad y buen juicio. Los pragmatismos y los pragmáticos someten a las sociedades a la vivencia difícil de un arroz con mango que provocan males tan brutales como el desempleo y la pobreza.
- El pragmatismo venezolano, la aparición de injertos de morrocoy con gallo, solo se pueden contrarrestar con una visión de lo que han sido los sistemas de pensamiento económico y de cómo ellos afectan nuestra acción productiva y nuestras vidas. La ignorancia económica de los ciudadanos es el abono para que demagogos, populistas y cultores de su propio poder hagan estragos.
- Todo proteccionismo mercantilista es el resultado de una asociación entre inmorales que se aprovechan de su poder y de su posición. Además de ser un pensamiento obsoleto es la excusa para hacer una economía de los peores y de los cobardes, que no se atreven a la competencia, ni resisten la innovación.
Fernando Salas Falcón acaba de recopilar sus mejores textos “Sobre la libertad y la Economía” en una edición de CEDICE-Libertad. Vale la pena leerlo, tenerlo y mantenerlo cerca. Los hombres son definidos por lo que tienen adentro, por su vida interior, sus propósitos, valores, tesitura moral e ideales. Eso es lo que los hace inmortales e importantes. Darle sentido al debate de las ideas, aportar conocimiento, fortalecer puntos de y vivir sin miedo las consecuencias son las características de un buen intelectual. No es la fama sino la profundidad, el calado y la pedagogía que sus escritos llevan implícitos. Fernando es uno de esos imprescindibles.
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Fuente: cedice.org.ve