Diciembre de 1935 fue un año interesante, murió Gómez y López Contreras fue designado primero presidente provisional y luego en febrero de 1936 fue electo por el Congreso como presidente constitucional. La transición fue difícil, porque el país andaba desbocado, entre saqueos y otras manifestaciones populares, así en febrero López pronunció un discurso que se le conoce con el nombre del “Plan de Febrero” los historiadores lo marcan como un hito y dicen que ahí fue que Venezuela entró al siglo XX. Todo eso es tontería, ya habían transcurrido más de un tercio de siglo, y el plan no era tan bueno así como para tirarse al piso. Peor aún, buena parte del plan quedó pendiente, no se extrañen, estamos hablando de Venezuela.
Uno de los puntos de ese plan era la creación de un Banco Central. Aquí hay que decir varias cosas, primero, desde el siglo XIX se creía que la emisión de billetes era un negocio rentabilísimo y por ello, Cipriano Castro intentó quitárselo a los banqueros, cuando Gómez inició su gobierno también coqueteó con la idea de crear un banco central y al final dejó eso así. Pero en los años 30 estaba Alberto Adriani quien había estudiado Ciencias Sociales en Suiza y había leído algo de Cassel, algo de Keynes, no la teoría general como todos afirman, sino el Tract y el Tratado del Dinero y de ahí sacaba que era necesario y urgente modernizar el sistema bancario venezolano creando un banco central.
En 1930 Gómez con la finalidad de rendir tributo al Libertador, de quien se conmemoraban cien años de su deceso, decidió cancelar total y definitivamente la deuda que nos quedó de herencia desde la independencia y había sido un problema monstruoso. Esa cancelación de la deuda hizo a Venezuela un lugar muy especial. No tener deuda es bueno, pero mejor, el gobierno aunque ya era bastante grande, no tenía déficit fiscal, la moneda estaba férreamente atada al oro, y el fluir de petróleo atraía inmigrantes, provocaba el crecimiento, y poco a poco Venezuela venía desarrollándose. Pero nada es totalmente feliz y los gobiernos que le siguieron a Gómez, se empeñaron en introducir reformas y más reformas para llevarnos lentamente al desastre chavista que vive la Venezuela actual.
Durante el siglo XIX y los inicios del XX se fue haciendo popular la idea de establecer un banco central. Todos los países tenían gobiernos que requerían financiamiento o que estaban tan endeudados que requerían el
19 de febrero de 2019
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establecimiento de un banco central para emitir billetes sin respaldo o para financiarse sin pagar intereses. Pero a Venezuela nada de eso le hacía falta.
No hacía falta, pero estaba de moda y en un país como Venezuela eso es suficiente, para hacer la locura y dar el paso. Lo primero fue que se trajeron unos asesores que no sabían ni siquiera que hacían o para qué venían, tanto que uno comenzó diciendo lo que afirmamos que a Venezuela no le hacía falta el banco central, pero al poco rato cambió el discurso y se hizo entusiasta del instituto emisor. Al final lo crearon y como todos creían que las utilidades bancarias procedían del “negocio” de la emisión, la suscripción de acciones fue impresionante, todos querían ser socios del banco central, de hecho el banco central que crearon fue un asunto extraño, era una empresa mixta, pero al mismo tiempo era una compañía anónima que tenía una ley aprobada por el Congreso y si creían que los negocios públicos eran muy diferentes a los de hoy, no se hagan ilusiones, la ley apenas si se discutió, y apenas si se cambió. Bueno en este país la única vez que se discutió algo fue el artículo 5o de la ley de nacionalización petrolera.
Al final los accionistas se enfrentaron a la cruel realidad de que la emisión no era ningún negocio y ese banco central no generaba utilidades. Además era el mejor ejemplo de “laissez faire” que haya existido en Venezuela. No hacía nada, solo cambiaba los dólares que las trasnacionales le vendían para pagar nómina e impuestos y sólo vendía dólares a quienes los adquirían por intermedio del sistema financiero. Eso sí, sirvió para expropiar a los bancos las reservas de oro, ese mismo oro que estuvo tranquilito hasta que desapareció en ese hueco negro que llamamos chavismo.
De esa manera el banco central que no se necesitaba funcionó entre 1940 y 1973 como una caja de conversión no declarada. Hasta hoy ustedes oyen a los colegas diciendo que eso no funciona en Venezuela y resulta que la mayor etapa de crecimiento en la historia de Venezuela fue producto de una caja de conversión no declarada, un gobierno pequeño, mucho más funcional que el actual y un país centrado en producir y exportar petróleo, fundamentalmente porque el petróleo no lo manejaba el gobierno, sino el sector privado (es decir las trasnacionales). Pueden notar que hasta ese momento, el banco central era una estela, es decir un monumento a la más absoluta falta de necesidad.
Cuando ganó las elecciones Carlos Andrés Pérez en 1973, se abrió la “caja de Pandora” todo se trastocó, es decir eso fue una verdadera revolución. CAP destruyó la caja de conversión, y convirtió al BCV en un verdadero Banco Central, es decir una imprenta para empapelar ese desastre que llamó la Gran Venezuela y para contribuir al empapelamiento de todo plan que se le ocurriera a sus sucesores. Pero para que esto fuese totalmente destructivo, se requería estatizar el Petróleo y acabar con cualquier atisbo
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de empresarialidad. Es decir, desde ahí empresario en Venezuela significó crear una empresa para venderle cosas al gobierno (o a PDVSA). El Chavismo tampoco cambió eso, lo transformó, porque cuando le pareció que el negocio era rentable, se lo quitaba al supuesto empresario y el gobierno se convertía en empresario supuesto.
Ojo, que el sistema de CAP no lo sacaron de la nada, fue el mismo desastre que se le ocurrió a su colombroño Marcos en los 50 y al igual que el “Boom and Bust” perezjimenista, terminó en golpe de estado. Carlitos de la misma forma que Marquitos endeudaron al país, en los 50 solo hubo recesión, porque no quisieron o no supieron que se podía resolver utilizando al banco central. Pero en los 70 al hacer efectiva la existencia de un banco central y CAP nos regaló la máquina de la inflación. Por eso desde 1974 Venezuela anda como sin rumbo.
Dejamos de producir petróleo y PDVSA fue una empresa petrolera que cada vez tenía más empleados para producir menos petróleo. ¿Alguien llama a eso eficiencia? Ah perdón, es que esto es Venezuela, donde las cucarachas vuelan y todo es posible.
El chavismo nunca fue ninguna revolución, contribuyó llevando todas esas distorsiones a lo que los marxistas llaman “sus más profundas contradicciones”, por eso, y no porque lo lean al viejo pascuero, ellos se autodenominan marxistas. Por eso la inflación se transformó en hiperinflación, PDVSA en un conglomerado que vende pollos, línea blanca y cada vez produce menos petróleo; y la deuda se ha llevado a niveles estratosféricos. Hoy si estuvieran vivos los que lo crearon, deberían haberse dado cuenta que realmente el Banco Central no hacía falta. Lo importante somos nosotros, los que quedamos ¿nos daremos cuenta?
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Fuente: www.finanzasdigital.com