Resulta interesante la posibilidad que existe de comparar los gulag de la URSS con la actual y decadente situación venezolana, debido a todas la características que tienen en común.

Pero antes de entrar en la comparativa, primero debe entenderse el significado del gulag tanto en su función como en lo que representó para la libertad, la vida y la propiedad privada de los ciudadanos de la Unión Soviética.

En términos sencillos, el gulag era el campo de concentración a donde eran enviados los que el Estado consideraba “criminales” a realizar trabajos forzados, por la cantidad de tiempo que determinaran los tribunales de aquel entonces. Todo esto bajo condiciones de vida paupérrimas.

Este grupo de personas, o mejor dicho, esclavos, se componían de músicos, obreros, ingenieros y todo tipo de profesionales, que podían cometer acciones consideradas anti revolucionarias, ser parte de minorías étnicas o grupos religiosos.

Incluso, podían pertenecer antiguos oficiales de altos cargos o líderes del gobierno de Stanlin, pues quien fuera considerado enemigo de los ideales socialistas debía ser castigado o eliminado.

De esta manera, se cumplían dos objetivos específicos, el de aumentar la mano de obra para trabajar en la producción de los campos, y el de sembrar terror y pánico entre la población.

Los decesos ocurrían tanto en el gulag como en el camino hacia él, por distintos motivos, como torturas, enfermedad, fusilamientos, o cansancio. La inseguridad era latente porque no importaba quien fueras, qué cargo ocuparas o la posición económica, si existía algún destello de protesta, por más efímero que fuera, podías ser enviado a uno de los más de 400 campos construidos a lo largo del territorio. Y así sucedió con casi 20 millones de personas.

Ahora bien, ¿podría ser la situación venezolana una realidad tan grave que pudiera ser análoga del gulag? Eso podría quedar a consideración de cada uno, pero la verdad es que hay una variedad de puntos en común que son importantes resaltar.

Aquellos surgen por la misma base, el totalitarismo. Este que consolida un Estado ilimitado, destruye las instituciones, la democracia y todo vestigio de respeto al individuo, bajo la excusa de “un bien común”.

Así como en los gulag, se presenta un tejido social y una economía totalmente destruida, traduciéndose esto a un aumento desbordado de delincuencia, indigencia, disertación de escolaridad, desplazo del imperio de la ley por el imperio ideológico, aniquilación de la propiedad privada, creación de organizaciones no tradicionales o institucionales como lo son los colectivos apoyados por el gobierno, y un sinfín de resultados más.

Las condiciones de vida se han vuelto mínimas, pudiendo ser comprobado por el testimonio de cualquiera que viva en el país. No existe estabilidad en servicios básicos como la luz o el agua, tampoco en niveles de nutrición o en adquisición de medicamentos.

Sí, pudiera ser que la globalización que trajo la interconexión en el mundo permitiera que, de alguna manera, queden oportunidades como esta, de exponer y alzar la voz en contra de estos regímenes totalitarios, que buscan suprimir la libertad y la vida. También que ciertos avances industriales y tecnológicos nos permitan una vida más llevadera que la exacta que vivieron los prisioneros en la URSS.

Todo pudiera depender desde la posición en que veamos la comparación, sin embargo, es totalmente execrable las condiciones de vida que sufre quien debe hurgar en la basura para sobrevivir, quien muere esperando por atención médica o por complicaciones perfectamente controlables como la diabetes, sólo por no poder acceder a medicamentos, la de los familiares de los presos políticos desaparecidos, o la de aquellos que con el mínimo presupuesto migran hacia otros países por un mejor futuro.

Estamos sometidos a este Gulag moderno de américa mientras el respeto a nuestra vida e individualidad es negado. Ya lo decía Rand cuando expresó: “Cuando el bien común de una sociedad es considerado como algo aparte y superior al bien individual de sus miembros quiere decir que el bien de algunos hombres tiene prioridad sobre el bien de otros hombres, aquellos consignados en el estatus de animales sacrificados.”

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Fuente: www.cedice.ve.org