Este 20 de abril hemos recibido la fatídica noticia del fallecimiento de Emeterio Gómez, eminente economista e intelectual venezolano, cuya obra dejó huella en varias generaciones de economistas y profesionales de otras disciplinas. Su carrera académica la desarrolló en la Universidad Central de Venezuela, conjugando su ejercicio académico con la consultoría en materia económica, y luego con una oferta de cursos sobre ética y economía, que dictó en muchas empresas e instituciones del país.
No tuve la suerte de tenerlo como profesor en mi carrera, pero su obra estaba en la bibliografía de varias asignaturas. Lo conocí personalmente en un congreso nacional de economía, organizado por los estudiantes. Sus debates con Pedro Palma y con M.J. Cartea eran clases magistrales. Luego tomé sus cursos de ética y economía. Su influencia fue fundamental para proseguir estudios en el exterior y para seleccionar las líneas de investigación: Crecimiento Económico, y Ética, Economía e Instituciones, en mi caso.
Escuchar a Emeterio Gómez siempre planteaba un reto, no solamente intelectual, sino personal, porque casi siempre terminábamos confrontando nuestras propias creencias. Y es que ese era un objetivo consistente de Emeterio: enseñarnos a pensar.
Se trataba del intelectual que conjugaba muy bien el debate vehemente, pero de altura, con el humor. Una de las últimas veces que coincidimos, se estaba discutiendo sobre la enseñanza de la economía, a propósito del incidente que había tenido Mankiw en Harvard con sus alumnos, y Emeterio coincidía con Martínez-Echevarría (un catedrático español que invitamos) en acompañar la enseñanza de la economía con la filosofía, la antropología, la etnografía y la psicología. En esa ocasión contaba Emeterio que su mamá tenía una especie de bodega, y que una vez vino un mayorista a ofrecerle mercancía a su madre; ella solamente preguntó el precio e inmediatamente dijo: “No, eso no da”. Emeterio cuenta que estuvo horas sacando cálculos de costos, para llegar a la misma conclusión, evidente para ella, y terminar dándole la razón a su mamá. Todos nos reímos, pero con ello nos mostraba la importancia de la experiencia y cómo ella influía de alguna manera en las decisiones económicas, a través de lo que algunos autores denominan las dinámicas socio- culturales.
La obra de Emeterio Gómez es prolífica. Mi generación lo conoce a partir de los Dilemas de una Economía Petrolera (Panapo, 1991), bibliografía complementaria en el curso de Teoría y Políticas del Comercio Internacional, donde el autor argumenta sobre los impactos del sector petrolero sobre el tipo de cambio real, y a partir de allí se produjo una discusión sobre si la sobrevaluación del tipo de cambio como consecuencia del régimen de tipo de cambio nominal fijo. Pero, al mismo tiempo, la alta productividad de la industria petrolera permitía mantener altos salarios en ese sector, que terminaban siendo una referencia a los otros sectores, los cuales terminaban con salarios mayores a la productividad que estos presentaban. Todo ello resultaba en una muy baja competitividad para la economía no petrolera en los mercados internacionales, salvo que tuviera un tipo de cambio subvaluado. Esta tesis ya la había expuesto en 1986 en una monografía intitulada La Economía Venezolana y la Cultura de Izquierda, publicada por CEDICE.
Luego en 1993 publica Salidas de una Economía Petrolera, donde Emeterio ya plantea que la solución de los problemas económicos en Venezuela pasa por en primer lugar por la discusión del régimen cambiario, que captura el choque entre los sectores petrolero y no petrolero; en segundo lugar, por el tamaño del sector público y su relación con la inflación; y en tercer lugar, pasa por sembrar conciencia, cultural y espiritual, entre los venezolanos, para aprender a vivir en una economía de mercado.
Allí quedamos más enredados los estudiantes de economía, acostumbrados a estudiar política económica desde la macroeconomía o la economía del bienestar, donde la espiritualidad y la ética no tenía cabida en el marco de la elección racional del Homo Oeconomicus. Pero ya nos asomaba Emeterio su interés por las relaciones entre la filosofía y la economía.
A partir de allí, la obra de Emeterio Gómez adquiere de forma explícita otro enfoque: el de las relaciones entre la ética, la economía y la espiritualidad. Quienes tuvimos el privilegio de asistir a sus cursos teníamos que leer las fuentes originales de la filosofía (no entendíamos mucho de Nietzsche, Wittgenstein, Kant, Parménides, Popper, entre otros) y la obra de economistas como Amartya Sen (Sobre ética y economía, 1987, y Los Tontos Racionales, 1986). En 1995 publica un libro cuyo título nada tiene que ver con lo que nos tenía acostumbrados: Padre, Confieso que he Invertido. Escritos sobre Economía y Religión. Allí el profesor Gómez plantea la relación entre la ética, el catolicismo y la economía de mercado, partiendo de analizar la obra de Michael Novak y la Encíclica “Centesimus Annus” de Juan Pablo II.
En 1997 sigue con esta línea y la UCAB publica su ponencia América Latina: la incapacidad de comprender la naturaleza inhumana del mercado, presentada en el Seminario Hispanoamericano de Ética y Economía ese mismo año. En este trabajo Emeterio arranca analizando la obra del cardenal Ratzinger, mejor conocido luego como el Papa Benedicto XVI y sus argumentos acerca de la fuerza ética del ser humano y la fuerza natural del mercado, en su artículo Market Economy and Ethics, publicado en 1985, entre algunas de sus obras.
Para Emeterio, la economía tal cual la entendemos, en su versión neoclásica que constituye el mainstream, tenía un problema metodológico que cuestionaba su carácter científico a partir de lo que él llamaba “la preeminencia de la política económica sobre la teoría económica”. Esto lo plantea en su libro La Crisis de la Ciencia Económica, publicado por Panapo en 1998. En el año 2000 publica La libertad Individual y la noción de Dios. A propósito de la nueva Constitución venezolana (Panapo) donde Emeterio analiza la concepción de la libertad individual y su relación con la responsabilidad individual, la verdad, el concepto de valor en la economía y la espiritualidad del ser humano, concluyendo que el verdadero motor, la “fuerza productiva” de la economía de mercado es la libertad individual, por delante de la tecnología, el desarrollo y la competencia (pág. 23 y sig.) El profesor, como buen amante del debate, incorporó los comentarios de duros críticos a su obra, pero lo importante para él era la discusión intelectual.
En el año 2001 publica Atenas y Jerusalén (Panapo) donde argumenta que no puede construirse una sociedad más justa si no está presente el concepto de religiosidad, que se expresa a través del amor a los demás, que no es posible aislar la razón de los sentimientos, las emociones y las pasiones, y que el mundo en el que hoy vivimos está fundamentado en cuatro dimensiones que Emeterio considera básicas: la lógica, la economía, la política y el derecho.
En el año 2005 nos entrega La Responsabilidad Moral de la Empresa Capitalista, donde se adentra a analizar la diferencia entre la responsabilidad social empresarial y la responsabilidad moral de la empresa, argumentando que la primera se preocupa por mejorar los niveles de renta de los consumidores y de los trabajadores de las empresas, así como de la relación entre las empresas y el entorno donde operan. La responsabilidad moral, por su parte, actúa cuando todos esos problemas están resueltos. Si los problemas económicos no están resueltos, se puede caer en la tentación de “relativizar” la ética, justificando comportamientos inmorales para satisfacer necesidades básicas.
En el año 2007 publica Racionalidad y Religiosidad, de la mano de la Asociación Civil Valle de San Francisco. En esta obra, Emeterio se dedica primero a montar un andamiaje teórico-filosófico en favor de la libertad individual y la relación entre la razón y el espíritu, para luego pasar a estudiar las relaciones entre Ética y Política en Rómulo Betancourt y Hugo Chávez.
En el año 2010 insiste en el tema de la responsabilidad moral de la empresa, con su ponencia La rentabilidad Vs. La Responsabilidad Moral de la Empresa, publicada en el libro Responsabilidad Social Empresarial, compilado por Tomás Páez. Aquí Emeterio argumenta que la responsabilidad moral va más allá de lo que la ley le impone, no se trata de cumplir con un requerimiento regulatorio, que puede aparecer en lo que el profesor llama la ética de la sobrevivencia, donde no están satisfechas todas las necesidades materiales de las personas. Es en el escenario de lo que Emeterio llama la ética de la abundancia, donde puede darse la responsabilidad moral de las empresas, donde la moral no puede tratarse desde la relatividad y se alcanza entonces “el desarrollo espiritual” de las personas.
Emeterio era un invitado permanente de la Cátedra de Ética y Economía de la UCAB. Siempre que lo invitaba aceptaba, a pesar que la clase era a las 7:00 AM y que vivía del otro lado de la ciudad, una muestra más de su bonhomía. Su obra en el área de ética y economía sigue siendo parte de las referencias bibliográficas de estos cursos. Lo vamos a extrañar. Adiós Maestro, nos quedamos con su obra y sus enseñanzas. Descanse en paz.
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Fuente: www.cedice.org.ve