El 31 de julio de 1912 nacía en Brooklyn, Nueva York, Milton Friedman. El día de hoy es propicio para conmemorar el aniversario número 105 de la llegada al mundo de este ilustre economista. Y aunque Friedman no se encuentra ya entre nosotros -falleció en el año 2006- sus ideas siguen presentes y constituyen un valioso aporte para el campo de la economía moderna.

Me confieso un profundo admirador de Friedman. Sobre todo porque veo en él a un intelectual que fue capaz de debatir abiertamente la defensa de una sociedad libre contra un público hostil en todos los ámbitos, no sólo en el campo intelectual y académico sino también con el público más raso y lego en materia educativa, ese conjunto de personas que comúnmente se denominan “ciudadanos de a pie”.

 

Este detalle no es menor. Tener la paciencia, la humildad y el interés de transmitir los fundamentos de lo que se piensa en todos los espacios, no es una tarea sencilla. No pocas veces a los liberales se les acusa de tecnócratas, de ser personas que predican sus ideas dentro de un cotilleo elitesco y un círculo cerrado de seguidores convencidos. Milton Friedman rompió por completo con este cliché, y tuvo la enorme virtud de debatir sus ideas en lugares tan selectos como la Sociedad Mont Pelerin -que ayudó a fundar con otros ilustres pensadores en Suiza en el año 1947-, y al mismo tiempo con amas de casa, jóvenes estudiantes e incluso figuras del activismo socialista, como es el caso del conocido cineasta y documentalista estadounidense, Michael Moore. De todo ello existe un extendido registro audiovisual, que se recoge en su famosa serie televisiva Libre para elegir (Free to Choose) y en varias conferencias y foros al alcance del público mundial.

 

Sería injusto sintetizar en unas pocas líneas los aportes de Milton Friedman. Intentaremos, no obstante, dejar entrever algunos de sus rasgos más sobresalientes para rendirle tributo, y al mismo tiempo, dejar en aquellos que no conocen las contribuciones de Friedman el incentivo para que su curiosidad intelectual sobre el personaje se avive aún más.

 

En el plano del pensamiento económico, Milton Friedman tal vez sea una de las personas que más luces brindó sobre la teoría monetaria. Su tratado “Historia Monetaria de los Estados Unidos de 1867-1960” constituye un hito de obligatoria consulta para comprender la política monetaria estadounidense. En sus numerosos trabajos académicos, Friedman cuestionó los principales postulados esgrimidos por John Maynard Keynes y sus discípulos en cuanto a la función de consumo en la macroeconomía.

 

Partiendo de principios neoclásicos, Friedman reinterpretó la función de consumo keynesiana. Desmontó las conclusiones a las que habían llegado Keynes y sus discípulos en cuanto al rol del Estado en la economía. Friedman edificó las bases de lo que hoy se conoce como monetarismo, concluyendo que la oferta monetaria resulta determinante en la actividad económica.

 

Es tal vez a Friedman a quien le debemos la divulgación masiva de la premisa que identifica a la inflación como un fenómeno estrictamente monetario. Si bien hoy esta parece una afirmación obvia -y sin embargo desobedecida frecuentemente por algunos gobiernos- no siempre contó con el reconocimiento del mundo académico. Las investigaciones realizadas por Friedman evidenciaron cómo el sistema de precios se ve afectado por la oferta de dinero.

 

Pero Milton Friedman no fue un hombre limitado a la teoría. Sus aportes también fueron determinantes en la práctica. Latinoamérica no fue la excepción. En 1975 Friedman tuvo oportunidad de ir a Chile y dictar distintas conferencias y charlas relativas a las reformas que debía emprender la nación austral para recuperarse de las distorsiones que había dejado la administración socialista de Salvador Allende. Incluso el 21 de abril del citado año Friedman le escribe una carta a Augusto Pinochet sugiriendo medidas concretas que debían ser adoptadas por el gobierno militar.

 

Friedman fue víctima de no pocos cuestionamientos. Sin embargo, sus sugerencias, aunadas a un grupo de policy makers chilenos que habían sido mayoritariamente educados en la escuela de Chicago, permitieron a Chile capear el temporal allendista y enfilarse a lo que parecía imposible para cualquier nación de América Latina: considerarse un país desarrollado.

 

Milton Friedman está lejos de ser un hombre infalible. Él mismo era capaz de reconocer sus propias limitaciones y posibles desaciertos. Sin embargo, cuando se analiza en una balanza sus aportes a la humanidad, el saldo resulta inexorablemente positivo. Quienes quieran defender la libertad deben seguir estudiando su legado y ver en este hombre de poca estatura física a un gigante ejemplo a seguir para el porvenir.

 

Es por todo esto que Cedice Libertad, celebra su legado todos los años con actividades para que jóvenes y no tan jóvenes, compartan su legado en pro de la Libertad de Elegir.

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Fuente: cedice.org.ve