El presidente de Venezuela, anunció que su gobierno emitirá una criptomoneda o moneda digital llamada «petro» como una alternativa para evadir el bloqueo financiero que Estados Unidos ha impuesto contra Venezuela. Esta criptomoneda tendría respaldo en el petróleo, oro, gas y diamante, de acuerdo a declaraciones del presidente.
Las criptomonedas, no necesitan respaldo en ningún recurso natural, sino que se basan en la confianza entre los agentes económicos, incluso más que en las formas de dinero convencionales. El soporte de estas monedas virtuales está en tres elementos muy importantes, totalmente contradictorios a las intenciones del gobierno.
En primer lugar, no dependen de una autoridad monetaria que realice la emisión, la emisión es descentralizada, el hecho que lo realice un gobierno y más uno que no muestra aprecio por las libertades económicas, rompe con ese principio. La arquitectura de emisión y conformación de transacciones es distribuida y democrática (blockchain), características que los agentes económicos no identifican en el gobierno venezolano.
En segundo lugar, las criptomonedas están en boga porque generan transacciones rápidas y de bajo costo, y Venezuela es actualmente uno de los países de la región con el Internet más lento y el servicio eléctrico más endeble, lo que podría hacer colapsar más rápidamente el ya deteriorado sistema de telecomunicaciones del país, que ni siquiera está funcionando suficientemente para el sistema de transferencias electrónicas que se ha implantado para mitigar la falta de efectivo.
Y en tercer lugar, tal como indica el economista Paul Krugman, monedas como el bitcoin tienen éxito porque se limita la emisión, lo que incentiva su acumulación, ya que su escasez relativa acumula valor. La regla de emisión de bitcoins es pública y no es a discreción de ningún gobierno, cosa que no sucedería con el “petro” que sería una moneda centralizada y controlada por un gobierno, en quien de paso pocos agentes económicos confían.
Adicionalmente, debemos considerar que el petróleo y sus derivados tienen una rentabilidad limitada en el escenario internacional (y más el petróleo venezolano) por efecto del exceso de oferta y por las energías alternativas disruptivas, el oro y el diamante están siendo explotados por empresas chinas y la mermada confianza en la política económica del gobierno venezolano no juega a favor del éxito de esta nueva moneda. Por lo que el discurso presidencial respecto a la nueva criptomoneda presenta bastantes inconsistencias.
Cabe destacar que recientemente el gobierno no cumplió con la asignación de divisas de la última subasta de Dicom porque no se estableció el enlace con la Deutsche Bank, además ha mostrado default selectivo con algunos de sus acreedores de deuda y no ha logrado resolver los problemas de escasez de alimentos ni medicamentos, y mucho menos la hiperinflación. Siendo que necesita urgentemente el financiamiento para sus operaciones internacionales, es probable que el gobierno emita una criptomoneda que tal como el bolívar, caiga de valor muy rápidamente.