Uno se niega a escribir sobre el regreso al trueque y la eliminación de los precios. “¿Cuántos cambures me das por esta tremenda cachama?”, dijo Chávez, arengando a los cooperativistas. ¡No puede ser que uno se haya gastado la vida estudiando economía para terminar sus días argumentando contra el trueque y la pretensión de eliminar el valor de cambio!
“Pero es necesario doctor, ellos van a arreciar en su afán de regresar al trueque y es tarea de los economistas, evidenciar esta locura”, nos dice en Chacao un señor de mirada noble. “Pero ya esta circulando un magnifico libro de José Guerra, El socialismo del Siglo XXI, que pulveriza las ideas del señor Dietrich, asesor inaudito de Chávez”, le contesto. “Pero hay que insistir doctor, la gente esta muy confundida”.
“Si, pero esto del trueque, la moneda social y la eliminación del dinero, no es mas que una inmensa distracción ¡para cogerse el dinero que van a eliminar! Estoy por creer que Poleo tiene razón, que aquí no hay ningún comunismo y que las cooperativas son una farsa para ocultar un robo masivo”. Todo fue inútil, su cara angustiada seguía clamando por el artículo, y no quedó otra que prometérselo.
Lo primero a aclarar, apreciado señor, aunque uno se sienta idiota aclarándolo, es que el regreso al trueque no elimina en lo más mínimo el Valor de Cambio, el aborrecible concepto de precio que los capitalistas le han impuesto a la Humanidad. En la simple pregunta de Chávez –¿cuántos cambures me das por esta cachama?– está implícito exactamente el mismo problema de la mas sofisticada economía monetaria: ¡¡¿Qué determina el valor de los bienes, qué hace que la proporción del intercambio sea 20 a 1 y no 15 a 1?!! Un complejísimo problema que a la humanidad le llevó milenios resolver, que a la Unión Soviética le costó su propia destrucción no entender, que llevó a China Comunista a regresar aceleradamente al Capitalismo… y que el MVR va a discutir –eso sí– muy seriamente en el 2007.
Cambiar una cachama por 20 cambures, es tan capitalista y criminal, como tener la más sofisticada tarjeta de crédito. Porque presupone, de entrada, la propiedad privada: la cachama es estrictamente mía y los cambures son absolutamente tuyos. Pero lo más grave, lo realmente capitalista, es que si no tienes los 20 cambures, no comerás cachama. ¡¡Nadie te va a subsidiar!! Nos referimos, por supuesto, al concepto estricto de trueque, al trueque en sí mismo, porque subsidios siempre puede haberlos. Ni habrá una Misión en la que alguien te vaya a regalar nada sin trabajar. El trueque puede ser tanto o más cruel que el intercambio monetario.
Ojalá que el congreso ideológico del MVR acelere –en el 2007– la instauración del Socialismo en Venezuela, ojalá impongan la “moneda social” y la fijación del precio de los bienes por el tiempo de trabajo que llevó producirlos. Ojalá que le pongan a las mercancías eso de “precio Bs. 2000, valor 10 minutos”. Ojalá se empeñen en semejante ridiculez para que Chávez termine de enredarse.
Ojalá nunca descubran que el valor de los bienes ¡¡nada tiene que ver con el tiempo de trabajo que se empleó para producirlos!! Ni siquiera con su costo total de producción. Ojalá nunca sepan que el valor depende de la escasez, independientemente de si costó mucho o poco producirlo. Y, lo más importante: ¡¡independientemente de si hay propiedad privada o colectiva, de si se trata de un régimen capitalista o socialista o de si usted ama u odia a los pobres!!
Ojalá nunca intuyan siquiera que aun en el Socialismo o en el Cristianismo más solidario –en un mundo repleto de Amor al Prójimo– los bienes tendrán precios, porque estos lo único que expresan son las escaseses relativas. Ojalá nunca sepan que en una sociedad de puros ángeles y santos, una que atienda exclusivamente al criterio del “a cada quien según sus necesidades” y no a esa vergüenza capitalista en la que el producto se reparte según el “a cada quien según su productividad”, aun allí, mientras más escaso sea un bien más valdrá y viceversa.
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Fuente: www.independent.typepad.com