Recomiendo leer este trabajo de Emeterio Gómez.  En las líneas que siguen intento justificar tal consejo aunque ello resulte superfluo por el hecho mismo de escribir este prólogo.  Pero tal vez valga la pena argumentar, pues creo haber descubierto alguno de los misterios de Emeterio.  Pues hay que decir que Emeterio carga más de un enigma a cuestas, dejando la huella de sus paradojas y sus claves secretas en textos como el que sigue.

Cada ser humano es tantas personas a la vez que resulta harto complicado hacer un esfuerzo taxonómico; pero tal vez sea útil descubrirlo desde sus propósitos más o menos confesados, aquellos en los cuales el personaje se siente cómodo y retador.  No me cabe la menor duda de que Emeterio Gómez se concibe a sí mismo en un doble papel, el de agitador y el de teórico de la economía.

Aunque los asuntos de los que se ocupa en ambas funciones sean similares, lo cierto es que sus efectos y sus despliegues son diferentes.  Como agitador, Emeterio Gómez se convierte en un singular provocador; se torna enfático, revoltoso, polémico  -a veces hasta el artificio-.  Sabe que hay mucha ignorancia suelta y de vez en cuando hace desplantes, dejando a los interlocutores un tanto paralizados, más que por el contenido, por el desenfado de sus gestos retadores.

Ha abrazado la “derecha” en un país donde no hay derechas.  Pero en ese abrazo acaba con la misma derecha al decir que es un invento de la izquierda y llevarla hasta un extremo polémico en el cual, aparte de él, ni sus mismos defendidos se comprometen en tan provocador derechismo.

Tengo la impresión de que en este terreno, Emeterio Gómez está jugando una gran broma.  Una broma vital que ha terminado envolviéndolo  él mismo y en la que seguramente cree, pero con una discreta sonrisa que lo aleja de la intensidad dramática que busca poner en su papel.

El problema de Emeterio es que, pese a sus esfuerzos, no es de derecha; al menos en ese sentido convencional que tiene la expresión.  Su dilema es que sigue empeñado, como en los buenos viejos tiempos, en transformar el mundo.  Aunque dentro de un estilo  -bueno es reconocerlo-  que no promueve muy fácilmente las adhesiones.

En su afán polémico Emeterio simplifica y se mete en la casa de los vecinos a buscarles pleito.  Está convencido de que los viejos y robustos esquemas de los cuales ha bebido la dirección política, empresarial e intelectual del país, están agotados.  En este sentido en unas cuantas oportunidades ha tenido la virtud de estimular reflexiones en mucha gente.  Pero no deja de ser cierto el que a veces, de tanto disparar, el único que merece la salvación de Emeterio es él mismo; no se crea que con demasiada condescendencia, pues he llegado a pensar que es por indulto.

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Fuente: www.cedice.org.ve