A medida que pasan los días de la pandemia, las dudas en torno a los efectos del COVID19 se
hacen más latentes. Y es que a falta de precedentes recientes sobre la materia, son muchas
las dudas que requieren respuestas. Por supuesto, esta es una premisa que bien pudiera
aplicarse a prácticamente cualquier dimensión del comportamiento humano: salud, educación,
entretenimiento, vialidad, transporte. En suma, la incertidumbre generada por el coronavirus ha
afectado, en esencia, cualquier espacio del vivir diario.
Sin embargo, por temas propios de nuestro interés, quisiéramos centrar nuestras reflexiones
dentro del ámbito económico. Valga decir, cuál o cuáles son los aspectos que los agentes
económicos están tomando en consideración en relación con el coronavirus. Luego de una
retahíla de webinars, artículos, lecturas y análisis que van desde expertos del CFA, profesores
de la Universidad de Navarra, hasta la posibilidad de haber escuchado a especialistas
venezolanos en materia de sanidad, es posible plantear algunas conjeturas sobre el particular.
Tal y como lo indica Nicholas Colas, fundador de Datatrek Research e inversionista de Wall
Street con más de treinta años de experiencia en el sector financiero, dentro de la labor de
consultoría es posible detectar ciertos patrones de conducta que se hacen recurrentes en los
clientes en cuanto a qué va a pasar en relación con el coronavirus. De este modo, conviene
realizar un análisis sobre alguno de estos elementos.
En primer lugar, como menciona Colas, los agentes económicos deben plantearse qué va a
cambiar permanentemente en la economía después del coronavirus. Valga decir, qué aspectos
de la vida humana sufrirán cambios a largo plazo en cuanto al desarrollo de conductas en la
acción humana. Así como, por ejemplo, en algún punto de la historia los llamados policías de
cuadra se instituyeron a los fines de vigilar que los ciudadanos cumplieran las primeras
cuarentenas de las que tiene conocimiento la humanidad, o que los acueductos de agua
potable se desarrollaron a los fines de prevenir contagios a gran escala de enfermedades que
se transmitían por el líquido esencial, es imperativo preguntarse qué aspectos de la conducta
humana habrán cambiado si no para siempre, al menos de forma sostenida por un período
considerable.
Desde luego, esta pregunta es compleja porque a estas alturas, dado lo reciente de la
coyuntura, se hace imposible avizorar con claridad cuáles son los patrones de conductas,
costumbres y decisiones que, efectivamente, han sido modificadas por el coronavirus de forma
sostenida y cuáles son los aspectos de la vida que sólo están sufriendo modificaciones
temporales, circunstanciales, determinadas exclusivamente por los efectos propios del
coronavirus y su afectación a la vida diaria.
Un segundo elemento a tomar en consideración y que se ha detectado en los agentes
económicos es la búsqueda de referentes previos para comprender la crisis y su impacto
económico. ¿Qué tipo de referentes existen para acercarse al coronavirus en el ámbito
económico? ¿Podemos hablar de que su precedente más cercano sea la crisis financiera del
año 2008? ¿Por el contrario, se estaría más cerca del famoso crash de 1929? Por la magnitud
y circunstancias, un análisis unilateral sobre el tema es reduccionista. Las referidas crisis de
2008 y 1929 tuvieron su origen en el sistema financiero, y de allí derivaron a los conductos de
la sociedad. En cambio, el coronavirus se inicia, si se quiere, por un fenómeno biológico y
sanitario, y de allí comienza a permear al circuito financiero. Igualmente, en cuanto al tamaño
de la crisis, todavía no hay unanimidad de criterios en cuanto a cómo calificar su severidad.
¿Se trata de una depresión o una recesión severa? ¿Cuál será la forma de recuperación
después en la crisis en términos macroeconómicos, la V, U, W, L? Son temas técnicos, sin
duda, pero si he notado que muchos analistas tienden a evitar calificar la crisis del coronavirus
como una depresión, posiblemente porque el término tenga una connotación política mucho
más fuerte que la que tiene la expresión recesión, a pesar de que los datos del coronavirus, por
definición de manual, bien pudieran encajar en la definición de depresión económica.
En el mismo sentido, es imperativo notar que la necesidad de información en tiempo real se ha
incrementado por parte de los inversionistas. A los fines de intentar conseguir alguna luz en el
mercado, una comprensión medianamente cabal de la situación, la demanda por información
en tiempo real sobre lo que está sucediendo se ha incrementado de forma ostensible. Así, es
de prever que las búsquedas sobre movimientos, tráfico, carga, operaciones con commodities
sean más frecuentes, a los fines de intentar comprender la dimensión de lo que está
sucediendo a escala mundial.
Finalmente, en tercer lugar, siguiendo a Colas, pudiera afirmarse que la valoración de los
activos financieros está hoy día enfrentando un reto sumamente complejo, porque el sentido de
valoración de empresas, de corporaciones y, en general, de cualquier activo financiero puede
tender a distorsionarse como consecuencia de los estímulos fiscales y monetarios originados
por los principales bancos centrales y Estados del mundo. Como quiera que dichas políticas no
tienen precedentes, o al menos no un precedente de esta cuantía, el sentido de valoración, la
tarea del analista financiero que estriba en la determinación de apreciar cuánto puede
realmente valer un bien o servicio se hace mucho más compleja.
Por supuesto, este es apenas el comienzo de un delicado proceso, y los tres elementos
referidos, a saber, cambios permanentes, información histórica y presente, y nuevo sentido de
valoración van a ser determinantes de cara al entendimiento de la economía en los próximos
meses y años. Creo también que es importante trabajar con distintos escenarios sobre el
tapete. Escenarios que medien desde el pronóstico más positivo y optimista, hasta el escenario
más negativo posible. Ello permitirá tener una guía que medianamente ayude a navegar en
estas aguas desconocidas, para las cuales ninguno de nosotros estaba realmente preparado, o
al menos no en la dimensiones del problema planteado, por lo que tenemos que estar abiertos
a enfrentar cualquier posibilidad en medio de la incertidumbre imperante.
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Fuente: @AndresFGuevaraB