Si la vida es difícil para todos, más lo es para el empresario. Las empresas se mueven intentando insistir en negociaciones con las autoridades. La economía y toda su maquinaria no funcionan solamente con el chorro petrolero. Hay una crisis de institucionalidad que ha afectado a toda la sociedad, opina la especialista en recursos humanos.
Es Industrióloga, graduada (1983) en la especialidad de Relaciones Industriales en la UCAB. Trabajó cuatro años en el área de recursos humanos en Empresas Polar. Luego fue derivando hacia una labor con las organizaciones sin fines de lucro a nivel de planificación estratégica, abarcando todo lo que tiene que ver con responsabilidad social empresarial.
Realizó diversos cursos de especialización en el área y lleva varios años trabajando el sector, enlazando con organizaciones sin fines de lucro. Es su área de experticia, aunque su trayectoria de conocedora la ha llevado a convertirse en referencia de consulta, no sólo para empresas y profesionales afines, sino también para los medios de comunicación, donde ha comparecido mostrando un excelente manejo de la temática y capacidad expositora.
Ha sostenido en diversos foros que se puede ser más competitivo en un negocio en la medida en que se incorporan prácticas de responsabilidad social; en que se cuida el ambiente y se apuesta por un modelo sustentable y, además, se proyecta el objetivo de que puedes ser muy “creativo” haciendo negocios con la base de la pirámide, es decir, con los sectores de bajos recursos. Considera que eso es perfectamente válido porque contribuye a mejorar el nivel de vida de la población, pero hay que plantearse otros temas como la filantropía empresarial, la atención al consumidor y la mirada interna de la empresa hacia sus trabajadores”.
Varias veces ha explicado que las empresas “están llamadas a facilitar la plataforma para que la sociedad se organice en todos los sentidos” y recuerda el impacto que tuvo un programa pionero –acude– del cual formó parte, para cambiar la manera de hacer las cosas en el plano de la responsabilidad social empresarial.
Advierte que si una propuesta de responsabilidad social, no tiene un nivel similar a la de una unidad de negocios en organización, “difícilmente tendrá éxito”. Bajo este enfoque diseñó y aplicó el programa de Actualización de Maestros en Educación (AME), para la Organización Cisneros. También contribuyó a echar las bases para fundar el Centro de Ética y Ciudadanía del Centro de Divulgación del Conocimiento Económico (Cedice). Hoy, analiza con preocupación la realidad del sector privado en Venezuela y ofrece sus reflexiones a los lectores de ABC de la Semana.
¿Lo que queda de las empresas, puede seguir cumpliendo con su responsabilidad social?
El panorama del sector privado es delicado. Podríamos decir que se encuentra, desde hace rato, en una situación de sobrevivencia. En consecuencia, deben establecer prioridades y ellas son enfocarse fundamentalmente en la producción, los estímulos, los canales de distribución, cómo conseguir dólares para tener acceso a las materias primas, cómo obtener todo el material que se necesita y, luego, cómo hacer para cubrir el cumplimiento básico de las normas a que te obliga el Estado, con los ingresos que hoy en día se obtienen.
¿El problema es cuánto le cuesta ahora a las empresa producir y cumplir con las regulaciones existentes, teniendo en cuenta la inflación proyectada y las complicaciones que el gobierno agrega constantemente?
Estamos hablando de empresas tradicionales, venezolanas y que se encuentran en Venezuela. Si la vida es difícil para todos, más lo es para el empresario venezolano, local, mucho más que para las multinacionales, pues la multinacional tiene otra dinámica. Lo importante es enfocarse en el empresario local. El futuro y el desarrollo de un país se hace en función del empresario local. Una multinacional, mañana, no tiene problema en levantar vuelo.
Como muchas lo han hecho…
Independientemente de que existen una serie de normativas, regulaciones y recomendaciones con respecto a ese comportamiento no siempre se cumple, pues en la realidad son los intereses económicos los que prelan. Más allá de eso, el sector privado local son los empresarios que están haciendo una apuesta-país, son aquellos que están apostando por quedarse aquí en el mediano y el largo plazo.
¿Cómo se entiende que el objetivo sea destruirlos?
Porque hay un proyecto político que estimula discusiones de orden ideológico, las cuales se plantean si el sector privado tiene sentido o no. Si somos socialistas con sesgo o capitalistas con un sentido social.
Lo curioso es que ese sector privado al cual persigues y hostilizas es al que el Seniat le cobra impuestos que representan un ingreso importante al Estado por la vía del esfuerzo privado.
No hay una línea totalmente definida que saque del juego a la empresa privada, pero se mantiene la discusión mientras la balanza se inclina hacia el mantenimiento de un sector privado ante la llegada de la escasez, pues al final del día ayudan a que la economía se mueva. Algunos comienzan a darse cuenta de que somos eminentemente rentistas y petroleros y no podemos sólo con ese ingreso, lo cual ha sido parte del ensayo fallido. La economía y toda su maquinaria no funcionan solamente con el chorro petrolero. El sector privado tiene una palabra que decir y demasiado que aportar.
Apostando por Venezuela
Pero la discusión sigue moviéndose en un plano ideológico mientras en la práctica los comportamientos son distintos.
Te encuentras un sector privado que sigue aquí, que quiere permanecer en el país, que tiene una tradición, que sus padres y abuelos ha vivido y producido aquí, ha sido emprendedores y empresarios, desean tener a sus nietos acá y continuar, compartir en familia. De allí la insistencia y la resistencia, del deseo de permanecer acá. En ese panorama se producen las tensiones. Hay algunos que se van, otros tiran tierrita y no juegan más y otros siguen insistiendo.
Otros venden al Estado
Claro, porque no ves horizonte y eso puede ser atractivo para algunos. Pero allí entran temas éticos importantes. Hay gente que vende y se va a otra parte u otro sector, al tiempo que otros deciden persistir y quedarse. Son decisiones de cada quien.
¿Hay todavía sector privado que tenga músculo en Venezuela?
Sí, tal vez no como tradicionalmente lo pensamos. Diré algo que puede sonar fuerte, pero en los últimos años no se ha dejado de pensar que Venezuela es un país con muchas posibilidades económicas, pero lamentablemente se ha ido sintiendo que se llega como a una gran mina de oro, a explotarla, a llevarse la riqueza pero no siembras aquí. Miras al territorio como un espacio para generar riqueza pero no para hacer país, para impulsar desarrollo. Te provees de riqueza y te la llevas fuera. Entonces comienzas a ver gente cuya familia ya no vive aquí, que su vida de inversión no la hace aquí, por distintas razones.
Es mucha la gente que actúa de esa manera, que su apuesta no es Venezuela
Paralelamente hay grupos luchando y tratando de hacer lo que siempre han hecho. En ese panorama, pedirle responsabilidad social empresarial a este sector privado, me parece que no pasa por lo que tradicional teóricamente se llama responsabilidad social empresarial. Pasa por otros tipo de iniciativas, distintas a las que se conocen y aplican en países estables, con economías productivas, con democracia, con reglas de juego claras. No es eso, es otra cosa.
La cuestión es de sobrevivencia…
Es básica: las empresas se mueven intentando insistir en negociaciones con las autoridades, con el gobierno, para mantener juegos lo más abiertos posible, lo más claros posible y con normas que al menos les permitan saber hasta dónde se puede llegar, conservando una capacidad de negociación y ciertas garantías para existir. Al mismo tiempo, el rol del empresario, la transparencia es fundamental. Otro tema es cómo mantener una comunidad de empresas que se apoyen en estas tareas.
Al rescate de la convivencia
¿Cómo ha cambiado la sicología del empresario venezolano, sus expectativas y la percepción de sí mismo, de sus negocios y del país al pasar por esta traumática experiencia?
Muy interesante, ello pasaría por hacer estudios profundos en diferentes disciplinas. Pero se puede decir que hay una crisis de institucionalidad que ha afectado a toda la sociedad, a una sociedad que se ha ido descosiendo poco a poco, en la que el sentido de las normas se ha ido debilitando. Hemos podido presenciar, a lo largo de estos años, qué pasa cuando las instituciones comienzan a desaparecer. Cuando todo se desdibuja, comenzamos a percatarnos de la gravedad de lo que vivimos. La gente no se respeta, así que ni hablar del respeto a las normas.
El constante vivir en riesgo tiene que modificar tu manera de verte a ti mismo y de aproximarte a los demás. ¿Resultará de todo esto un empresario más solidario? ¿En este “sálvese quien pueda” terminaremos sin principios y valores o con ellos más sólidos?
El llamado tiene que ser a lo segundo. No sé si ocurrirá ni en cuanto tiempo, pero el llamado es desde hoy y comienza por lo más básico, que es el tema de ciudadanía. Hay que comprender cómo vamos a hacer para convivir unos con otros, como rescatamos la convivencia, como empezamos por respetar al otro.
Entender dónde están los límites, esa fronteras de convivencia que el modelaje desde el poder ha desvanecido…
Exactamente. Pero eso lo vemos en ambas partes de la sociedad y no tiene que ver con polarización ni nada de eso. Está incluso en los partidos políticos. Hacia donde dirijas la mirada, todo está igual, irrespeto por la convivencia. Y no se rescata con cambio de gobierno nada más. Nada que ver. Por eso es importante comenzar desde ahora. El problema es de la sociedad. Así como cuando hablamos del sector privado, hay muchos que les conviene este desorden porque todo depende del objetivo que se ande buscando. Si el objetivo es el que ambicionamos un grupo, de hacer país, quedarnos aquí, construir ciudadanía, generar riqueza y vivir en libertad, pues esa no es la ruta. La ruta es formar ciudadanía y esto es un trabajo de día a día.
¿Crees que el empresariado está consciente de esta necesidad?
Hay algunos que sí, muy conscientes, que están dispuestos a invertir en eso. Hay muchos que tienen clarita esa ruta, sobre todo aquellos que pertenecieron a la anterior generación o que tienen muy cerca aquella que yo llamo “los grandes mohicanos”, los pioneros, aquellos de los años 1950, 60 y 70. Los que tienen cerca el recuerdo y la enseñanza de quienes realmente desarrollaron el país y se han actualizado con lo que ocurre en el mundo, obviamente tienen conciencia clara de cuales son los pasos a seguir.
Entrevista realizada a Dennys Montoto, colaboradora de CEDICE Libertad
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Fuente: www.cedice.org.ve