El término “Revolución”, popularizado durante la revolución francesa indica un proceso de ruptura, el fin de una etapa y el inicio de otra de manera abrupta o acelerada. Es esta definición la que inspiró el término “Revolución Industrial”, nacido en Inglaterra en 1839 y usado para señalar el conjunto de transformaciones económicas que estaban sucediendo en dicho país.
Entonces, podemos definir brevemente una revolución industrial como “un conjunto de transformaciones económicas que se dan de manera abrupta o acelerada y que crean nuevos modelos y medios para producir y comerciar.
Varios expertos afirman que en los últimos siglos se han dado tan sólo 3 revoluciones industriales. La primera se dió entre 1760 y 1840, iniciada por la invención del motor a vapor y la construcción de vías de tren. La segunda, comenzada entre finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX, hizo posible la producción en masa y fomentó el desarrollo del uso de la electricidad y la línea de ensamblaje. La tercera inició en 1960 y es normalmente conocida como la revolución digital, pues catalizó el desarrollo de semiconductores, de la tecnología informática, de computadoras personales y finalmente del internet en los años 90.
De acuerdo con Klaus Schawb, ingeniero alemán y antiguo presidente del Foro Económico Mundial (FEM), actualmente se está desarrollando una cuarta revolución industrial.
Esta revolución se apoya en la tercera, pero se caracteriza por un internet más movil y ubicuo, por el nacimiento de la inteligencia artificial y por sensores que se han vuelto cada vez más pequeños, poderosos y especialmente baratos.
En países como Alemania desde 2011 se habla de una “Industria 4.0”, compuesta por fábricas inteligentes que funcionan de manera automática y se conectan a través de Internet. Temas tan actuales como la ingeniería genética avanzada, la nanotecnología o la computación cuántica son producto de esta nueva era de desarrollo industrial.
Estas tecnologías, a diferencia de la Tercera Revolución Industrial, no se encuentran dentro de su propio espacio digital.
Es la fusión de los tres dominios: digital,físico y biológico. Esta es una de las principales características de la “segunda era de la máquina”, como la llama Andrew McAfee.
A nivel físico, la llegada de vehículos autopilotados, la impresión 3D, la robótica avanzada y la producción de nuevos materiales son los principales representantes de esta nueva tendencia tecnológica. No será raro ver en pocos años drones autopilotados que fertilicen y fumiguen los cultivos, empresas que produzcan bienes hiper-personalizado con ayuda de impresoras 3D, robots inspirados en estructuras biológicas complejas o la distribución en masa de materiales “inteligentes”, como los productos médicos con plata coloidal que le dotan de cualidades antisépticas.
A nivel digital, el principal puente que se ha construido es el Internet de las Cosas (IoT). Se refiere a la capacidad de conexión entre los bienes (desde brazos ensambladores hasta la cocina de tu casa) y las personas a través de nuevas tecnologías. Sensores y otros medios están uniendo el mundo digital con el mundo físico. El monitoreo remoto de procesos y las entregas de paquetes de Amazon por parte de drones auto-pilotados son unos ejemplos.
El nivel digital también se caracteriza por la creación de nuevas plataformas para que las personas colaboren e interactúen, como lo son las nubes de información o las blockchains. Finalmente, a nivel biológico, se han desarrollado rápidamente rápidamente la tecnología necesaria para secuenciar el genoma humano, permitiendo que el proceso no tome más de unas horas y un pago mil dólares. Gracias a los avances en computación, los científicos pueden evadir los experimentos de prueba y error y correr un programa de simulación que les muestre cómo ciertas variaciones genéticas pueden generar variaciones o enfermedades.
Así mismo, se está desarrollando una tendencia a nivel médico que es la “biología sintética”, que permite la modificación del genoma para poder mejorar un organismo tal como una planta, un animal o incluso un humano. Quizás se requiere que un animal se adapte a una nueva dieta para sobrevivir a un nuevo ambiente o que una planta sea capaz de resistir ciertas plagas comunes, la biología sintética se puede encargar.
Otra tendencia a nivel biológico proviene de la combinación entre la comprensión del genoma y el funcionamiento del cuerpo y la producción de nuevos materiales: estamos hablando de la producción de tejido vivo artificial. A través de impresoras 3D especializadas se podrán producir tejidos vivos para curar cortadas graves o fuertes quemaduras. Las nuevas tecnologías han permitido la producción de órganos artificiales.
Estamos, entonces, en una era de desarrollo tecnológico sin precedentes. Pero ¿qué ha permitido un desarrollo tan acelerado? ¿Podrán los países menos desarrollados aprovechar estas nuevas tendencias tecnológicas?
Pareciera haber una relación cercana entre el ínidice de libertad, especialmente económica y la capacidad innovativa de los países.
De acuerdo con el Indice de Innovación Global del Innovación de 2018, los primeros 5 países en el ínidice de innovación son Suiza, Holanda, Suecia, Singapur y Estados Unidos. De acuerdo con el índice de Libertad Humana de 2018 del Fraser Institute, todos los países aquí mencionado están en los primeros puestos tanto en el ranking mundial como en su ranking regional. Suiza y Holanda representan respectivamente el puesto 1 y 2 de libertad humana en Europa Occidental. Por su lado Singapur es el primer puesto en libertad humana de Asia del Sur y Estados Unidos es el segundo país más libre de toda América. Suecia, por su parte, es el puesto número 17 mundial.
Es lógico pensar que, mientras mayor libertad, tanto personal como económica, tengan los individuos, mayor será la capacidad de desarrollar nuevas ideas e innovar en el sector donde se desempeñan.
Pero, y ¿què sucede con aquellos países que se encuentran atrasados a nivel tecnológico? ¿Podrán ellos disfrutar en el corto plazo de los beneficios de Cuarta Revolución Industrial?
En efecto. Tal como establece Swchab, aún alrededor de 15% del mundo le falta experimentar la Segunda Revolución Industrial. Igualmente, a alrededor de la mitad del mundo aún le falta conocer la Tercera, pues alrededor de 4 millardos de personas no tienen acceso a internet. Pero, si contrastamos la velocidad de diseminación de las distintas revoluciones industriales, el huso tardó 120 años en salir de Europa, mientras tanto el Internet ha permeado alrededor del mundo en menos de una década.
No es loco pensar, entonces, que la capacidad de diseminación de la Cuarta Revolución Industrial será mucho más veloz, por lo que incluso los países en vías de desarrollo podrán aprovechar en poco tiempo sus beneficios.
Estamos, ahora mismo, en una nueva era. Una era construida gracias a la capacidad de los individuos privados para innovar, donde la libertad jugará un rol crítico.
No sabemos a dónde nos llevará el futuro, pero si de algo podemos estar seguros, es que dejar a las personas libres a la vez que se protegen sus derechos de propiedad y sus derechos individuales suele producir resultados positivos.