Desde la llegada a la presidencia de los Estados Unidos de Donald Trump, la palabra “proteccionismo” ha vuelto a estar de moda a nivel mundial. La guerra comercial que ha iniciado el gobierno estadounidense contra China, y las constantes amenazas hacia los países de la Unión Europea y Canadá para que detengan lo que Trump ha definido como “comercio injusto”, ha puesto en la palestra el debate en torno a si el proteccionismo es positivo o no para la economía. Sin embargo, antes de intentar dar respuesta a esta pregunta debemos empezar explicando qué es el proteccionismo y cómo trabaja.

El proteccionismo no es otra cosa que el intento por parte del gobierno de un país por frenar las importaciones de bienes desde el extranjero. Para esto los Estados se valen de varias herramientas (1), siendo el instrumento más común al servicio de una política comercial proteccionista el arancel o impuesto a la importación, el cual, al encarecer el precio de los productos extranjeros, los vuelve artificialmente más costosos que los productos fabricados nacionalmente.

Además de los aranceles, existen otras medidas que pueden aplicarse para proteger el mercado nacional como es la otorgación de subsidios a la industria local para que esta pueda vender a precios inferiores que la competencia extranjera, aunque sus costos de producción sean mayores, o la instauración de
cuotas que restringen la entrada de productos de otros países a una cierta cantidad fijada por el gobierno.

Estas medidas son aplicadas con mayor o menor éxito para restringir la entrada de productos extranjeros, sin embargo, debemos preguntarnos ¿Por qué un país querría detener la entrada de bienes de otros países a su mercado? Y para dar respuesta a esta pregunta los defensores del proteccionismo esgrimen dos argumentos.

En primer lugar, las medidas proteccionistas buscan eliminar el déficit comercial, que no es otra cosa sino la diferencia entre el valor de los bienes y servicios que exporta un país y los que importa del extranjero. Si las importaciones superan las exportaciones, los defensores del proteccionismo consideran se está desarrollando una descapitalización del país.

Sin embargo, esta visión puede resultar engañosa, en tanto que un país con un abultado déficit comercial, puede mantener una economía equilibrada si a la misma ingresan recursos por otras fuentes como son las inversiones en el mercado financiero, siendo este el caso de la economía de los Estados Unidos.

Además, al atacar la importación de bienes el gobierno solamente está enfrentando los síntomas y no la enfermedad detrás del déficit comercial, es decir el poco ahorro de los ciudadanos del país, que dedican una parte muy grande de sus ingresos al consumo y no a la inversión, y esto solo puede ser solventado mediante una política monetaria y fiscal coherente, y no restringiendo la entrada de productos extranjeros al país.

La segunda razón esgrimida para instaurar medidas proteccionistas, es la más popular en los discursos de los políticos populistas de hoy en día, es decir la promoción de la industria local y la creación de empleos para los ciudadanos del país.

En teoría, con una política comercial de este tipo se podría proteger a las empresas nacionales que en condiciones normales no podrían competir con los precios de los productos extranjeros, permitiéndoles producir para el mercado nacional y generar puesto de empleos y riquezas al país.

Nuevamente esta explicación resulta engañosa. Tal como lo demostró el fallido intento de industrialización latinoamericano conocido como Industrialización por Sustitución de Importaciones, la protección con el objetivo de favorecer a un conjunto de empresas nacionales termina siendo contraproducente para la economía en su conjunto. Sin una competencia real en el mercado, las empresas no tienen ningún incentivo para la innovación y el mejoramiento de sus capacidades productivas.

Por tanto, las empresas protegidas se vuelven incapaces de competir en el mercado internacional, al no poder alcanzar los precios de las compañías extranjeras, y no necesitarlo gozando como lo hacen de un mercado cautivo en su propio país, donde los consumidores están obligados a comprar sus productos, independientemente de lo costosos que sean o de la calidad inferior que tengan en comparación con bienes extranjeros.

Y es allí realmente en donde se vuelven más obvios los efectos negativos del proteccionismo. Lejos de generar aumentos importantes en los niveles de empleo o en las capacidades de las empresas locales, las barreras proteccionistas desincentivan la inversión productiva en el país, generan sólo pequeños incrementos en el empleo (empequeñecidos por los que podrían conseguirse en un entorno de libre competencia), y finalmente incrementan los costos para los consumidores, quienes son los que, en último término, mantienen el subsidio a las empresas improductivas que representan las barreras proteccionistas.

Estudios del Peterson Institute for International Economy estiman que una liberación total del comercio estadounidense representaría una ganancia de más de 500 billones de dólares para la economía de este país (2), pues resultaría en el aprovechamiento de la integración productiva potencial entre los países en el mercado internacional, y la recepción de adelantos tecnológicos extranjeros en la economía local.

Por tanto, resulta claro que lejos de los objetivos que argumenta perseguir, una política comercial proteccionista genera daños a la economía nacional, desincentivando las inversiones productivas y la innovación, y en último término precarizando el empleo que en teoría se busca proteger, al evitar la creación de los puestos de trabajo que se crearían en un contexto de libre mercado.

El proteccionismo, en tanto orientación de la política comercial, genera mayores pérdidas que ganancias en la economía nacional. Por el contrario, el libre comercio abre mercados para los productos nacionales en verdad competitivos, hace más eficiente la asignación de recursos entre los distintos sectores orientando las inversiones hacia aquellos que generan mayores ganancias, y por sobre todas las cosas, abre las puertas al surgimiento de puestos de trabajo mejor pagados y con mejores condiciones laborales como los que empiezan a crearse en la Cuarta Revolución Industrial, y que serían imposibles en un contexto proteccionista.

Por Lenin Navas

Estudiante de Estudios internacionales de la Universidad Central de Venezuela.

1 Para saber más: https://www.thebalance.com/what-is-trade-protectionism-3305896
2 Para más información: https://piie.com/publications/papers/2iie3802.pdf