“La inflación es siempre y en cualquier lugar un fenómeno monetario”
– Milton Friedman
2022 ha estado repleto de acontecimientos de importancia a nivel internacional: la invasión rusa sobre territorio ucraniano, nuevos casos y nuevas variantes del Covid-19, otra amenaza de pandemia tras el aumento de casos de la viruela símica, la amenaza de un conflicto bélico tras las pretensiones de China por invadir Taiwán, la crisis global en la cadena de suministros, el desplome del mercado de cripto activos, la importante corrección en los mercados financieros tradicionales, el encarecimiento de las materias primas, etc.
Todos estos problemas merecen especial atención; no obstante, en el siguiente artículo vamos a abordar el aumento de la inflación en gran número de economías alrededor del mundo. Abordar este tema resulta interesante porque varios de los acontecimientos que hoy impactan al mundo, influyen en la economía y, naturalmente, en la variación de precios de muchos productos en el comercio internacional. Esto último ha generado debate, porque el hecho de que exista tal relación no indica necesariamente que los eventos en cuestión sean la causa del problema inflacionario.
Inflación en las principales economías del mundo
A lo largo del artículo nos remitiremos hasta el verdadero origen de la inflación, que como bien señala la conocida máxima de Milton Friedman, es de tipo monetario.
El principio: la pandemia por Covid-19
Una pandemia no es propiamente causa de inflación, pero los problemas que se derivan de ella y las políticas económicas para abordarla, sí que tienen un alto nivel de vinculación con el creciente aumento de precios.
Una vez declarada la pandemia por Covid-19, las dos principales respuestas de los gobiernos fueron aumentar el gasto público y establecer variopintos sistemas de confinamiento, todos con el mismo resultado. Aquí se aborda justo el problema del confinamiento, sus repercusiones en el mercado y el papel de las expectativas. Sobre el gasto público también hablaremos, pero en la siguiente sección.
La política de confinamiento se concentró en suspender un buen número de actividades laborales y comerciales con el fin de reducir tanto el tránsito como la acumulación de personas en espacios cerrados. Esto significó un paro forzoso para buena parte de las empresas, sobre todo para aquellas cuya naturaleza exige presencialidad y permiten poca o nula adaptación a recursos o plataformas digitales. Los casos más emblemáticos fueron el sector turismo y el sector transporte.
Incluso para aquellas empresas que sí pudieron digitalizar algunos procesos de trabajo, esto igual significó un período de adaptación, una reducción del ritmo de actividad e igual número de limitaciones en el caso de las operaciones en planta.
Por supuesto que hubo sectores ganadores, fue el caso de muchas empresas de servicios tecnológicos y, más aún, de aquellas que brindaron herramientas para el teletrabajo. También se favorecieron las empresas dedicadas a la producción de insumos médicos, de aseo personal, de limpieza del hogar, el sector farmacéutico, entre otros. Sin embargo, el malestar era general y el shock que esto produjo en la actividad económica fue más que evidente.
Para muchas personas, la pandemia por Covid-19 no fue solo un tema de salud; significó desempleo, quiebra, disrupción y comenzar desde cero. En términos globales la economía se redujo, y muchos sectores económicos proyectaron de 3 hasta 5 años para recuperar sus niveles de producción pre pandemia (2019).
El confinamiento, el aumento de despidos, la reconfiguración de las relaciones de trabajo (homework) y el poco conocimiento que hasta ese entonces se tenía sobre el Covid-19, aumentó la incertidumbre en los mercados.
Cuando el futuro es más incierto de lo que ya es, las personas demandan mayores niveles de liquidez. En una situación de desempleo, con pocas expectativas de conseguir uno nuevo, ante el cierre de empresas y la prolongación de las políticas de confinamiento, es poco probable que las personas tomen sus ahorros y comiencen a gastarlo de manera desmedida, todo lo contrario, lo que hacen es reducir su nivel de consumo hasta ver mejorada su situación económica.
El escenario planteado es de mayor demanda de dinero y un consumo mucho más prudente. Esto se traduce en un aumento de la tasa de interés — pues no hay suficiente ahorro que los bancos puedan disponer para otorgar mayores préstamos — y en una disminución de la demanda, pues las personas no están en situación de gastar ante una inestabilidad en sus ingresos.
En resumen, el escenario era de poca demanda, paro forzoso, incertidumbre, disminución de las inversiones y desempleo. Había una amenaza de recesión.
El gasto público como estímulo a la demanda
La solución que aplicaron muchos gobiernos, principalmente de las economías más avanzadas, fue la de aumentar el gasto público, que ya se veía incrementado por la propia necesidad de acondicionar los sistemas de salud para el tratamiento de la pandemia.
¿Por qué aumentar el gasto público? Se aumenta el gasto con la finalidad de estimular la demanda agregada a través de lo que se conoce como efecto multiplicador. Así, los gobiernos pueden contratar bienes y servicios para la construcción, ampliación y/o restauración de bienes públicos, o bien pueden desarrollar programas de transferencias directas a las familias, que fue lo que en efecto ocurrió durante 2020 y 2021. En ambos casos, las transferencias realizadas se convierten en ingresos para las personas, quienes luego de recibir estos pagos, procederán a demandar bienes y servicios, y así sucesivamente.
Deuda pública (% PIB) de la Eurozona
Ahora bien, hay unos cuantos problemas asociados a esta política:
-
Ante tanta incertidumbre, las personas no necesariamente aumentan su gasto a medida que obtienen transferencias por parte del Estado. La necesidad por mantener saldos en efectivo como forma de previsión, puede ser mayor que la propensión al consumo de bienes y servicios.
-
Genera expectativas inflacionarias, por lo que el mercado comienza a refugiarse en otros activos, como lo fue el caso de las criptomonedas. Esto se vio reforzado por las expectativas que se tenían sobre el posible quiebre de los mercados bursátiles. Este punto es importante porque estamos frente a una situación donde no se estimula la economía real; el dinero excedente se desvía hacia refugios de valor, no hacia la adquisición de bienes y servicios.
-
Exige niveles de gasto tan elevados que los ingresos fiscales son insuficientes y es casi necesario acudir al endeudamiento. Sin embargo, hasta los mercados de deuda tienen límites; si los requerimientos de gasto son aún mayores, existe el riesgo de que el déficit sea financiado por los bancos centrales, es decir, un financiamiento del gasto por medio de emisión de dinero.
Los gobiernos de las grandes economías no solo aumentaron grotescamente su nivel de gasto, sino que alcanzaron para finales de 2021 récords históricos de deuda pública. Además, tanto en el caso de los Estados Unidos como de la Eurozona, se expandió notablemente la cantidad de dinero primario, es decir, el dinero que emiten sus bancos centrales. Así, es muy probable que parte del gasto haya sido financiado mediante emisión de dinero, y justo aquí es cuando se puede comenzar a dar explicación del por qué existe un serio problema de inflación global.
Base monetaria. Reserva Federal de los Estados Unidos
Inflación global
Conviene comenzar esta sección afirmando que no cualquier incremento de precios es inflacionario.
En inflación los precios crecen de manera sostenida e incluso creciente en el tiempo, y termina afectando, no en igual magnitud, a diferentes rubros. Por su parte, shocks de oferta y demanda pueden tener importantes repercusiones en los precios de bienes y servicios, pero su alcance es limitado, sobre todo por el hecho de que el precio en sí mismo termina siendo el elemento clave que permite equilibrar el mercado.
Tanto la pandemia por Covid-19, la viruela símica, los actuales conflictos bélicos, el problema en la cadena global de suministros, generan shocks de oferta y de demanda que influyen en los precios de bienes y servicios, ya sea porque sube la demanda o porque disminuye la oferta en el mercado, pero esto bajo ninguna circunstancia explica la inflación como fenómeno.
En inflación, los precios no suben por shocks de oferta o de demanda, sino por una pérdida del poder adquisitivo del dinero, es decir, se entrega más de éste para adquirir el mismo bien. ¿Por qué ocurre esto? porque hubo un incremento en la cantidad de dinero que no se corresponde con un aumento en la producción de bienes y servicios. Es dinero nuevo que no tiene correspondencia con la economía real.
En condiciones normales, las personas demandan con dinero que obtuvieron tras ofrecer previamente algún bien o servicio en el mercado. Es decir, la demanda en el mercado se financia con lo ofrecido en el mismo mercado. Existe una correspondencia entre oferta y demanda.
Cuando los gobiernos de las principales economías deciden estimular la demanda por medio de gasto público financiado con emisión de dinero, lo que hicieron fue quebrar esa correspondencia. En este caso, las personas demandan con dinero que no viene de una oferta previa de un bien o un servicio; es dinero nuevo, y esa demanda lo que termina es pujando al alza los precios.
Lo paradójico de esta política es que el aumento de dinero no mejora las condiciones económicas de las personas ni hace a las familias más ricas. Solo hace que las personas entreguen más dinero por el mismo producto. Al final estamos ante una ilusión monetaria con consecuencias claramente perversas.
El mercado se caracteriza por asignar los recursos económicos de manera eficiente. Esto significa que los recursos son adquiridos por quienes más los valoran y son ofrecidos en la medida que generan más o menos rentabilidad. Esta dinámica es la que permite que tanto la demanda como la oferta converjan, y todo ocurre gracias al sistema de precios.
El gran problema de la inflación es que destruye el sistema de precios característico del mercado, lo que termina destruyendo valor. Los recursos no son entregados a quienes más los valoran, ni se termina produciendo aquellos bienes que generan mayores rentabilidades. En definitiva, los recursos son asignados de forma ineficiente, lo que termina empobreciendo a la población.
Es por todas estas razones que el tema ha sido relevante para la opinión pública y se ha convertido en motivo de alarma para los expertos en la materia. La corrección de este problema pasa por recoger el exceso de liquidez, lo que se hace mediante un incremento de la tasa de interés. Esto también supone un problema, porque ha quedado abierta la posibilidad de generarse una recesión global. Tema del cual se hablará en otra oportunidad.