Es bien sabido que la relación cambiaria, medida por la cantidad de bolívares por cada dólar estadounidense (Bs/USD) ha tenido una clara tendencia a ‘aumentar’ conforme pasa el tiempo, es decir, en el mercado se exigen más bolívares por cada dólar, lo que es natural cuando la economía se encuentra en inflación o hiperinflación, pues la moneda local no solo pierde poder de compra frente a los bienes y servicios sino también frente a las divisas. Cuando esto ocurre, en términos profesionales, los economistas señalan que la moneda local (Bs) se deprecia, y esto fue lo que ocurrió durante casi todo el 2021 (ver gráfico 1).

Gráfico 1. Tipo de cambio de referencia publicado por el portal Dólar Today (Bs/USD). 

Enero de 2021 – mayo de 2022. Periodicidad diaria

 

Fuente: www.dolartoday.com

Por el contrario, desde finales de 2021 y durante el primer trimestre de 2022, el tipo de cambio se apreció (disminuyó) levemente, oscilando sobre los 4,5 Bs/USD (ver área sombreada del gráfico 1). Fue durante abril y mayo cuando comenzó nuevamente a deslizarse, hasta superar la barrera de los 5 Bs/USD; y a la fecha, se acerca a los 6 Bs/USD.  A pesar de ello, profesionales de la economía insisten en que persiste una importante apreciación cambiaria. ¿Cuál es el motivo de la insistente observación técnica y qué implicaciones tiene?

Tipo de cambio «oficial» y «paralelo»

Desde hace 19 años en Venezuela es común hacer referencia a un mercado cambiario oficial y a otro paralelo, este último nació tras la aplicación del control cambiario en 2003. No es intención de este artículo caracterizar los 15 años de control cambiario que se aplicaron en la economía del país, pero sí conviene resaltar que la ciudadanía se adaptó a la idea de la existencia de dos referencias cambiarias (la oficial y la paralela). Ello fue debido a la poca confiabilidad que generaba el marcador oficial, cuyo precio (Bs/USD) era mucho más bajo de lo que las personas estaban dispuestas a pagar por un dólar, es decir, el tipo de cambio oficial estaba sobrevaluado.

En agosto de 2018 se desmontó el esquema explícito de controles y se establecieron mesas cambiarias, que operan desde la banca comercial, cuya dinámica y tipo de cambio responde a la libre interacción de oferta y demanda. El tipo de cambio oficial que se publica desde finales de 2018 hasta la actualidad, es un promedio ponderado que refleja los precios pactados en las operaciones de compra y venta en dichas mesas de dinero.

Por su parte, existen mercados paralelos de divisas cuyos tipos de cambio siguen siendo referencia para la ciudadanía. El marcador más influyente no es más que un promedio simple de los tipos de cambio reflejados en los mercados paralelos más importantes, siendo estos, principalmente, plataformas digitales para pagos y transferencias usados por quienes reciben remesas desde el exterior y por quienes exportan sus servicios profesionales (AirTM, Binance, Reserve, LocalBitcoin y algunas casas de cambio en Cúcuta y Maicao, ciudades fronterizas colombianas).

Conviene destacar que la brecha entre el tipo de cambio oficial y el paralelo se ha reducido considerablemente desde el desmontaje del control cambiario (ver gráfico 2). Esto, si bien es favorable para consolidar la confianza del público sobre el tipo de cambio oficial, aún parece ser insuficiente por cuanto el marcador del mercado paralelo sigue siendo la principal referencia tanto para particulares como para el comercio informal, este último, desafortunadamente, altamente significativo en la economía venezolana.

Gráfico 2. Tipo de cambio promedio ponderado publicado por el BCV y tipo de cambio promedio publicado por Monitor Dólar. Enero de 2018 – mayo de 2022.

Fuente: BCV, Monitor Dólar e Inflaciómetro de Cedice

Dada la coexistencia de ambos tipos de cambio, es natural preguntarse si uno influye o predomina sobre el otro.

Probablemente al principio del desmontaje explícito del control cambiario (2018), era de esperarse que los precios pactados en el mercado paralelo tuviesen mucha influencia sobre aquellos pactados en las recién creadas mesas de dinero; no obstante, no es de extrañar que tal influencia haya disminuido a medida que las mesas de dinero fueron teniendo más participación por parte del público, llegando a un punto sobre el cual se podría decir que ambas son mutuamente influyentes, por cuanto reflejan, en distintos mercados, los precios pactados en los mercados cambiarios, y por ende, el valor que se tiene sobre la moneda local frente a las divisas.

Esto último es relevante, porque de lo que hablaremos a continuación se trata sobre una política cambiaria que ha estado aplicando el BCV para influir en el tipo de cambio pactado en las mesas de dinero y, en consecuencia, en el tipo de cambio pactado en los mercados paralelos.

Política de intervención cambiaria del BCV

Como ya hemos mencionado, las mesas de dinero que operan desde la banca comercial funcionan bajo una dinámica de libre mercado, es decir, tanto la oferta como la demanda de divisas van interactuando y pactando un tipo de cambio.

Así las cosas, si existe una mayor cantidad de bolívares que buscan ser cambiados por divisas, dado un nivel de oferta de divisas determinado, entonces es probable que el tipo de cambio tenga una presión al alza, depreciándose la moneda nacional; ocurriría justo lo contrario si la cantidad de bolívares que se quieren cambiar por divisas no aumenta, sino disminuye, entonces la moneda nacional se apreciaría.

Desde hace aproximadamente 7 meses (nov 2021), el BCV ha estado anunciando una «Política de Intervención Cambiaria», ¿esto qué significa? El BCV ha estado participando en el mercado cambiario en calidad de oferente de divisas, esto con la finalidad de aumentar su oferta y así presionar a la baja (apreciar) el tipo de cambio.

A esta política también se le conoce como régimen de flotación sucia, y consiste en que el Estado, por medio de su autoridad monetaria (BCV), busca influenciar sobre el comportamiento del tipo de cambio en el mercado. Para ello, recurre a mecanismos de mercado, es decir, no lo hace imponiendo un valor del tipo de cambio, sino que interviene como oferente o demandante con un objetivo concreto, en este caso, con el de sobrevaluar el bolívar frente al dólar y frente al resto de las divisas.

A diferencia de un régimen de flotación sucia, en la flotación limpia el Estado no interviene en el mercado cambiario, por lo que el tipo de cambio resultante es reflejo claro de la interacción entre oferentes y demandantes, y por su puesto de sus preferencias.

Entonces, la apreciación cambiaria

Esta política de intervención cambiaria se ha prolongado muchísimo y ha costado una cantidad significativa de dólares, todo con la intención de estabilizar, o más bien anclar, el tipo de cambio. Bajo este escenario, es natural que los economistas se pregunten cuál sería el tipo de cambio de mercado sin la intensa intervención de la autoridad monetaria. Claramente el dólar ha estado más «barato» que en condiciones «normales», es decir, sin intervención (o flotación sucia).

Es por esta razón que los economistas hacen énfasis en que existe una apreciación cambiaria, porque incluso con el recién deslizamiento del tipo de cambio, sin intervención seguramente sería aún más elevado. En definitiva, el bolívar está apreciado porque con una cantidad de estos se obtienen más dólares que en un escenario sin intervención.

Lo interesante de todo lo ocurrido es que las personas no adoptaron ese bolívar apreciado, indicando que tal apreciación no fue capaz de rescatar la confianza necesaria para que el ciudadano se trasladara a la moneda local. En el mercado informal el tipo de cambio se ha mantenido considerablemente por encima de lo reflejado por el BCV e incluso por lo reflejado en los mercados paralelos antes mencionados. Esto es una respuesta interesante del mercado, que en momentos determinados no comparte o se disocia de los marcadores; si bien los toman en cuenta, al final es la ciudadanía quien termina pactando el tipo de cambio que cree más conveniente.

Realizado por:
Econ. Oscar José Torrealba