¿Alguna vez te has detenido a pensar qué tan importante es el rol del Estado en tu vida?, ¿Qué tan fácil es hacer negocios en tu país?, Y por supuesto, ¿qué tanto se respeta tu derecho a la propiedad? Estas, entre otras variables, son usadas por el Fraser Institute para realizar su informe anual sobre el índice de libertad económica mundial. Dicho ranking hace una comparación entre 162 países, evaluando aspectos como el tamaño del gobierno, estructura legal y seguridad de los derechos de propiedad, acceso al dinero sólido, libertad de comercio y empleo.
Si tu respuesta a la primera pregunta fue «muy importante», probablemente no estés en un país que se ubique muy arriba en este ranking. De ser así, es probable que ese mismo gobierno que tiene mucha responsabilidad en tu día a día, también tenga mucha responsabilidad en la dificultad que haya para hacer negocios, en el sistema judicial, en el sistema educativo y constantemente tenga como objetivo hacer nuevas leyes que continúen extendiendo el poder del Estado al mismo tiempo que coacciona las libertades individuales de los ciudadanos.
Sin embargo, la experiencia nos indica que la defensa de la libertad no es solo un capricho, de hecho, los países con mayor índice de libertad son a su vez los países más prósperos en términos de PIB per cápita. Tal es el caso de países como Hong Kong, Singapur y Nueva Zelanda, los cuales ocupan los lugares 1, 2 y 3 respectivamente en el índice de libertad económica según los datos del 2018, cada uno de estos países tiene un PIB per cápita superior a 40.000$ (+60.000$ en el caso de Singapur) y los dos primeros figuran igualmente en el top 10 de países con mayor índice de desarrollo humano del mismo año.
Por otro lado, países como Libia, Sudan y Venezuela, ubicados en los puestos 160, 161 y 162 respectivamente (los últimos puestos del ranking), los cuales se caracterizan por sus fuertes regímenes totalitarios y con un alto grado de corrupción, no solo tienen un PIB per cápita mucho menor al de los países libres, sino que suelen estar acompañados de problemas de inflación, una mayor tasa de inseguridad, escasez y figurar en los últimos lugares del índice de desarrollo humano.
Hay quienes, quizás por ignorancia o por cumplir un rol de «idiotas útiles», sostienen un discurso totalmente errado que plantea que se puede tener un Estado grande y a su vez tener una economía sana, haciendo referencia por supuesto a los países nórdicos. Aquellos países que les gustaría exponer como su único éxito en medio de tantas tragedias que ha representado el socialismo a lo largo de la historia, pero por supuesto, solo representa una mentira más en el conocido discurso socialista.
Lo cierto es que aquellos países a los que hacemos referencia cuando mencionamos a los nórdicos: Dinamarca, Finlandia, Noruega, Suecia e Islandia; son países con un índice muy alto de libertad económica y están ubicados entre el puesto 11° (Dinamarca) y el 46° (Suecia) del ranking realizado por el Fraser Institute, y entre el puesto 3° (Dinamarca) y el 21° (Islandia) en el informe Doing Business del año 2019 realizado por el Banco Mundial, el cual evalúa, a través de la medición de las regulaciones de la actividad empresarial, la facilidad para hacer negocios en una lista de 190 países.
Entonces, ¿Qué les hace creer a los socialistas que estos países encajan con su ideología? El argumento al que suelen hacer referencia corresponde a la alta carga impositiva de estos países, pero omiten descaradamente que estos gobiernos ofrecen mucha más seguridad jurídica, mercados más competitivos, un entorno institucional con bajos niveles de corrupción, así como la ya mencionada facilidad para invertir y comerciar. Esto demuestra que lo importante no es recaudar los impuestos, sean altos o bajos según corresponda a cada país, sino que estos se inviertan de manera inteligente, se respete el derecho a la propiedad, se promueva la igualdad ante la ley y se reduzca al mínimo la intervención del Estado en la economía.
Autor: Gustavo Chacón